Historia de una prostituta
La vida de nuestra amiga siempre fue dura, desde pequeña había sentido la marginación de sus hermanas, esas risitas estúpidas desde la caja fuerte de al lado le quitaron el sueño más de una noche... y esque ella sabía que tenía algo que las demás no tenían, que era de alguna forma especial, pero aún no sabía por qué...
No fue hasta un caluroso día de verano, cuando descubrió el porque de esa sensación... Se despertó entre los dedos de un niño que la había sacado de su cartera para cambiarla por una nutrida bolsa de gominolas. Enseguida, la dependienta la metió en la caja fuerte y esto no significaba otra cosa que horas de oscuridad, pero también tiempo para imaginar, una de esas aficiones que ninguna de sus hermanas aceptaba. Así, sin saber cómo, llegó a la siguiente hipótesis: gente como el niño de esta tarde tenía monedas que, en este caso, daba a la señora del quiosco a cambio de golosinas. Así, obviamente, la mujer tendría más que el niño. Esta mujer a su vez, daba muchas monedas más a otras personas que le daban las cucherías para vendérselas a los niños... De esta forma, siguiendo este esquema, habría gente que tendría infinidad de monedas y gente que tendría muy pocas, muchas menos que el niño, posiblemente ninguna. Se rió de si misma y de la estupidez de sus pensamientos. Papá y mamá con su infinita bondad, nunca permitirían que ocurriera algo así... Pero, muy a su pesar, día a día se dio cuenta que lo que le había parecido un pensamiento irracional se acercaba vertiginosamente a la realidad, la experiencia le ayudó a concienciarse con el tiempo de que aquello era verdad, una verdad que le habían escondido.
Tenía que avisar a las demás, explicar lo que pasaba, ellas, las monedas, no podían permitir que esto ocurriera. Lo intentó todo, pero ninguna de ellas la escuchó, se reían de ella, de esas ocurrencias que desafiaban las verdades absolutas que siempre les habían inculcadao, "gente que vive sin monedas, que locura..." Pero era ella la que se estaba volviendo loca, quería gritar a cada uno que la cogía que ella valía mucho como para usarla en cosas inservibles, que había quien la necesitaba más, que no quería que la hicieran cómplice de aquella conspiración... Pero nunca podría ser escuchada, sentía impotencia, rabia, aquellas personas que le hacían sevir para jugar al futbolín, para comprarse un pinta uñas o para lucir una nueva pulsera... ¿realmente ignoraban la realidad? No... imposible... ellos conocían lo que ocurría, sabían que les sobraban las monedas y que a su vez había gente a la que le faltaban... ¡y no hacían nada! Estaba segura de que la mayoría de ellos ni se sentían mal.. Y en esos momentos deseaba más que nunca ser humana, quería tener el poder para repartir, compartir... pero ella no tenía el poder, tristemente nunca lo tendría, y aquellas personas que lo tenían vivían tan felices revolcándose en su propio egoismo...
Podéis imaginaros como es, en estos momentos, la vida de nuestra amiga... vivir en la impotenica más pura, rodeada de ignorancia, de incomprensión... su vida, infinita como la de cualquier moneda, siempre será un infierno insufrible. Bueno, a no ser que... alguien como tú tope con ella, cualquiera de nosotros podemos poseerla sin saberlo, tener el poder para hacerla feliz, para hacer que se sienta útil... y una extraña sensación me dice que entre todos podríamos hacer feliz, a su vez, a mucha más gente...
Inma. 4 B. Curso 2006-07